22.2.11

EL ORIGEN DEL SISTEMA SOLAR

En el principio, todo era gas, polvo, frío y una profunda oscuridad: hace miles de millones de años, el Sol y su inmensa y variada corte de mundos eran apenas una promesa. Una masa informe de hidrógeno y helio, apenas salpicada por elementos más pesados. Un desprolijo amasijo de materiales crudos, perdido en un rincón de una galaxia, una de las tantísimas que apenas distraen al universo de sus descomunales vacíos. Lentamente, la gravedad fue tomando las riendas de la situación, probablemente ayudada por la onda de choque de alguna supernova cercana. Y así comenzó a forjarse una estrella y, a partir de los restos de su formación, una multitud de incontables cuerpos menores. Todo comenzó hace casi 5000 millones de años. Por entonces, en un rincón de la Vía Láctea, más cerca del borde que del centro, una nube de gas y polvo de cientos de miles de millones de kilómetros de diámetro –como tantas otras que se desparraman en los brazos espiralados de la galaxia– comenzó a contraerse por acción de su propia gravedad. Pero parece que hubo algo más: teniendo en cuenta la relativa abundancia de elementos pesados (léase carbono, oxígeno, nitrógeno, magnesio, hierro y tantos otros), los astrónomos sospechan que aquella masa primigenia fue enriquecida por los elementos químicos lanzados al espacio por una supernova relativamente cercana (la explosión de una estrella enorme que, a lo largo de su vida, fue forjando esos elementos en su núcleo). Supernova que, de paso y mediante ondas de choque, ayudó a acelerar la contracción de aquella masa de gas y polvo. Durante cientos de millones de años, esa nube siguió contrayéndose más y más, tomando lentamente la forma de un disco en veloz rotación. En la zona central de ese disco, y como resultado de la contracción, la presión y la temperatura fueron aumentando sin parar. Hasta que, pasados unos 400 a 500 millones de años, ese núcleo infernal fue tomando una forma más o menos esférica: era el embrión de nuestra estrella, el “proto-Sol”. En cierto momento, cuando la temperatura interna de ese embrión de estrella superó los 10 millones de grados, el hidrógeno comenzó a fusionarse en helio. Y entonces, sí, se encendió el Sol. Una máquina gravitatoria que funciona a la perfección desde aquel lejano entonces, “quemando” su propio hidrógeno y llenando de luz y calor a todo el Sistema Solar. La estrella recién nacida dejó a su alrededor un desparramo de materiales sobrantes. Un colosal disco de restos que se fueron acumulando, y también diferenciando, hasta formar a los planetas y sus lunas, los asteroides y los cometas. Los elementos más pesados y menos volátiles, como el oxígeno, el magnesio o el hierro permanecieron más cerca del Sol. Y formaron granos de polvo que, mediante choques y fusiones, se unieron en piezas sólidas cada vez más grandes. Primero eran simples guijarros de silicatos y metales. Pero luego de algunos millones de años, esa caliente zona, cercana al Sol, ya estaba poblada de millones y millones de pesados cascotes, de cientos de metros, o incluso, kilómetros de diámetro: eran los “planetesimales”, ni más ni menos que los ladrillos que terminarían por construir, finalmente, a Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Otros materiales pesados quedaron desparramados un poco más lejos, pero nunca llegaron a consolidarse en verdaderos planetas: son los asteroides, reliquias rocoso-metálicas que giran alrededor del Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter. Nada es casual: al parecer, fue justamente el poderoso campo gravitatorio de Júpiter el que impidió, mediante continuos tironeos, el ensamblaje de los asteroides en cuerpos más grandes. A propósito de Júpiter: su historia y naturaleza, y la del resto de los planetas gigantes, fueron muy distintas a la de la Tierra y sus vecinos. La radiación y el “viento solar” (una corriente de partículas que el Sol emite en todas direcciones) de la joven estrella soplaron hacia fuera a los materiales más livianos, esencialmente el hidrógeno y el helio. Y fueron justamente esos gases lo que iban a formar a los planetas externos del Sistema Solar. Sobre este punto los astrónomos no están completamente de acuerdo. Más bien proponen dos modelos diferentes para explicar el origen de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. El primero dice que estas moles planetarias se gestaron a partir de núcleos sólidos (de polvo y hielo) que fueron atrayendo progresivamente el abundante hidrógeno y helio que había a su alrededor. La otra explicación plantea un proceso más rápido, que prescinde de los núcleos sólidos iniciales, para plantear, directamente, un escenario de veloz contracción de los gases, hasta formar aquellos enormes mundos (que, de todos modos, esconden núcleos sólidos). Sea como fuere, hay algo que está claro: al igual que los planetas sólidos, los gigantescos planetas gaseosos están donde están y son como son por culpa de la distribución inicial de los materiales en torno del Sol recién nacido. Más allá de los planetas gigantes y debido a las bajísimas temperaturas (del orden de los -200ºC o menos), otros gases soplados hacia fuera por el Sol terminaron por congelarse, formando un inmenso desparramo de pequeños cuerpos helados. Allí está el ahora “planeta-enano” Plutón, y cosas que se le parecen, como Quaoar, Varuna, Ixion, Sedna y Eris. Todos más allá de la órbita de Neptuno y formando, junto a otros millones de bolas de hielo, el Cinturón de Kuiper. De allí vienen, justamente, los cometas de “período corto” (aquellos que tardan menos de 200 años en dar una vuelta al Sol), como el Halley, probablemente lanzados hacia el interior del Sistema Solar por interacciones gravitatorias con sus vecinos. Otros cometas (los de período largo) vienen de la “Nube de Oort”, una suerte de gigantesca cáscara esférica –formada por miles de millones de pedazos de hielo– que envuelve todo el sistema solar, y cuya “pared” interna está cientos de veces más lejos que el Cinturón de Kuiper. Hoy en día, esa cáscara de escombros helados, restos vírgenes de aquellos lejanos tiempos de los orígenes, marca el límite formal de nuestro Sistema Solar. 


Una masa de gas y polvo que colapsó hace 5000 millones de años, forjando en su centro masivo y caliente una estrella. Y a su alrededor, un tendal de materiales, diferenciados según las distancias, que fueron dando origen a planetas rocoso-metálicos, asteroides, enormes planetas gaseosos y una multitud de pequeñas bolas de hielo. Así nació el Sistema Solar. Así comenzó su historia. Una historia más, entre tantísimas otras historias posibles de estrellas y planetas, que existieron, existen o existirán alguna vez en el Universo. 

Tamaños relativos del Sol, los ocho planetas del Sistema y tres planetas enanos: Ceres (en el Cinturón de Asteroides), Plutón y 2003UB313 (en el Cinturón de Kuiper).

Los tamaños relativos de los cuatro planetas rocosos interiores: Mercurio, Venus, Tierra y Marte.

Júpiter: el planeta gigante. Compuesto principalmente por hidrógeno y helio, presenta un enorme anticiclón (conocido como la Gran Mancha Roja) en las latitudes tropicales del hemisferio sur, una estructura de nubes en bandas y vientos de hasta 500 km/h. A pesar de su enorme masa, su densidad es apenas superior a la del agua: 1,4 g/cm3. Posee 4 satélites mayores: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, y 58 satélites menores.

Saturno: el señor de los anillos. Una de las más de 100.000 imágenes que envió la sonda Cassini a partir de junio de 2004. Formado por 90% de hidrógeno y 5% de helio, Saturno presenta una densidad media inferior a la del agua (si existiese un océano con las dimensiones suficientes, Saturno flotaría en él!). Posee más de 30 satélites. En uno de ellos, Encélado, geológicamente activo, la sonda Cassini detectó agua líquida muy cerca de la superficie y compuestos orgánicos (12 de marzo de 2008).

Neptuno: el planeta anunciado. Fue descubierto aplicando las leyes de la mecáncia enunciadas por Newton. Presena anillos de roca y polvo, y 13 lunas. Es el planeta más alejado del Sol (la temperatura en su superficie es de -220°C).

Marte: el planeta rojo. En muchos aspectos, es el planeta más parecido a la Tierra. Todo permite suponer que entre los granos del suelo existe agua congelada, como en las regiones muy frías de la Tierra. Presenta dos casquetes polares. La imagen muestra la sonda Phoenix, que aterrizó el 25 de mayo de 2008 para estudiar el clima y la geología del planeta, así como si hubo o hay vida.
La superficie de Marte presenta campos de lava, volcanes, cauces secos de ríos, dunas de arena y cráteres de impacto. Está constituida por basalto, una roca volcánica con alto contenido de óxidos de hierro, lo que le da su característico color rojo. La imagen muestra el volcán Olimpo, la montaña más alta del Sistema Solar: 27 km de altura y 600 km de base.

Comparación entre el monte Olimpo (27.000 m), el monte Maxwell de Venus (11.000 m) y la montaña más alta de la Tierra: el Everest (8.850 m).
La Tierra: el planeta azul, nuestra casa. Imagen tomada en 1968 desde la nave Apolo 8 mientras orbitaba la Luna.

Abajo, la fotografía más famosa de la Tierra, tomada el 7 de diciembre de 1972 desde la Apolo 17. África, arriba a la izquierda, la península Arábiga arriba y la isla de Madagascar al centro. La fotografía se tomó a 29.000 km de distancia. Como dijo Carl Sagan, pero ante una imagen tomada desde una distancia mucho mayor en la que la Tierra se ve como un minúsculo punto azul pálido perdido en la inmensidad del Universo...

"... allí se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió vivió su vida ahi. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y cada recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y cada destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y cada padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada líder moral, cada político corrupto, cada "superestrella", cada "líder supremo", cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió allí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del Sol..."

UN BOMBARDEO QUE DURÓ 800 MILLONES DE AÑOS

Una vez que se formaron los planetas rocosos interiores, lo hicieron los planetas gaseosos externos. Fue entonces que numerosos planetesimales que abundaban en esa zona, conteniendo gran cantidad de agua helada, fueron lanzados hacia la nube de Oort (por vientos procedentes del Sol) y hacia el interior del Sistema Solar (por interferencias gravitatorias con los planetas gigantes recién formados).
En este último caso estos cuerpos produjeron un intenso bombardeo sobre los planetas interiores. Esta etapa, que duró unos 800 millones, se conoce como etapa de craterización.
Durante la etapa de craterización habría llegado el agua a la Tierra, en forma de hielo y en el interior de numerosos meteoritos. Otra parte del agua de la Tierra procede de su interior y ha sido expulsada por los volcanes de aquella época en forma de vapor.
Ambas teorías -teoría volcánica y teoría extraterrestre de los meteoritos transportadores de agua- siguen discutiéndose por las escuelas de científicos que toman una u otra posición, aunque lo más razonable es aceptar ambas teorías ya que una complementa a la otra.
También podrían haber arribado a la Tierra en esta etapa cantidades significativas de moléculas orgánicas complejas que se habrían formado en gránulos interestelares, lo que abona la teoría del origen extraterrestre de la vida.

Otra consecuencia de la etapa de craterización parece haber sido la formación de nuestro único satélite natural: la Luna. Hace unos 4500 millones de años, un gran asteroide, de un tamaño similar al de Marte, habría chocado contra la joven Tierra. A raíz de la violenta colisión una gran cantidad de material fue expulsada al espacio donde se formó un anillo alrededor de la Tierra. Con el tiempo, la gravedad hizo que estos fragmentos sueltos se unieran para formar nuestra Luna. El impacto cambió el ángulo del eje de rotación de la Tierra respecto al plano de la órbita, lo que origina las estaciones terrestres a lo largo del año. 

La Luna... el satélite más grande del Sistema Solar en comparación con su planeta. Tanto, que algunos llaman al sistema Tierra-Luna un "planeta doble".
Con una historia temprana activa de bombardeos meteóricos y un final relativamente abrupto de los grandes impactos, la Luna está geológicamente muerta y fosilizada en el tiempo. Desde que finalizó la etapa de craterización, se han formado muy pocos cráteres. Al no tener atmósfera, carece de vida y no hay meteorización ni erosión. Su superficie, por lo tanto, no ha cambiado apreciablemente en casi 3500 millones de años.
 

La geografía lunar: un mundo lleno de cráteres, montañas a las que se puso nombres como Pirineos, Alpes y Cárpatos, valles estrechos y profundos, y enormes llanuras con poéticas denominaciones: mar de las lluvias, mar de las crisis, mar de la tranquilidad, lago del sueño, océano de las tormentas, mar del néctar... 

21.2.11

LA ESTRUCTURA INTERNA DE LA TIERRA

A medida que se acumulaba el material que formó nuestro planeta, los choques de los fragmentos generaron un intenso calor. Debido a ello, la Tierra pasó por un estado fundido o al menos de parcial fusión. Este hecho permitió que los materiales terrestres experimentaran una decantación gravitatoria: los elementos más pesados, como el hierro y el níquel, emigraron hacia las zonas profundas (núcleo), mientras que los más ligeros, como el silicio, oxígeno, magnesio, calcio, sodio, potasio…, formaron el manto, que rodea al núcleo. Luego, cuando la superficie de la Tierra se fue enfriando, solidificaron los materiales rocosos superficiales y de esta manera se formó la corteza primitiva.Una consecuencia importante de este proceso de diferenciación química es que permitió que grandes cantidades de compuestos gaseosos se escaparan del interior de la Tierra (como ocurre en la actualidad durante las erupciones volcánicas). Gracias a ello fue evolucionando de manera gradual la atmósfera primitiva. Fue en este planeta, con esa atmósfera, donde apareció la vida tal como la conocemos.


Capas composicionales de la Tierra
Corteza: se divide en corteza continental y corteza oceánica. La corteza oceánica tiene alrededor de 7 km de espesor y está compuesta por rocas ígneas volcánicas (basalto). Estos materiales tienen una edad no superior a los 180 millones de años y una densidad media de 3 g/cm3. Por el contrario, la corteza continental tiene un grosor promedio de 35 km, pudiendo llegar a 70 km debajo de las grandes cordilleras, y está compuesta por muchos tipos de rocas diferentes. Presenta algunos materiales sumamente antiguos (hasta 4000 millones de años) y una densidad promedio de 2,7 g/cm3.
Manto: se extiende luego de la corteza hasta una profundidad de 2900 km, por lo que representa más del 82% del volumen de la Tierra. El tipo de roca dominante es la peridotita.
Núcleo: composicionalmente, es muy homogéneo: una aleación de hierro y níquel, con cantidades menores de oxígeno, silicio y azufre, elementos que forman fácilmente compuestos con el hierro. Tiene una densidad media de 11 g/cm3, llegando a 14 g/cm3 en el centro de la Tierra.


Capas mecánicas de la Tierra
El interior de la Tierra se caracteriza por un aumento gradual de la temperatura, la presión y la densidad con la profundidad, lo cual afecta las propiedades físicas y, por lo tanto, el comportamiento mecánico de sus materiales. De acuerdo a este criterio, la Tierra presenta cinco capas principales:
Litosfera: capa externa que comprende la corteza y la parte superior del manto. Tiene un espesor medio de 100 km y sus materiales, si bien tienen composiciones químicas notablemente diferentes, se comportan como una unidad rígida y resistente.
Astenosfera: se extiende debajo de la litosfera hasta una profundidad de 660 km. Se trata de una capa de comportamiento plástico. La parte superior de la astenosfera presenta condiciones de temperatura y presión tales que se encuentra parcialmente fundida. Debido a ello, la litosfera está como separada de la capa inferior, y en consecuencia, se puede mover con independencia sobre la astenosfera.
Mesosfera: se encuentra entre 660 y 2900 km de profundidad. Esta capa es un poco más rígida que la astenosfera, aunque sus materiales son capaces de fluir de una manera muy gradual.
Núcleo externo: es una capa líquida de 2270 km de espesor. Las corrientes convectivas del hierro metálico generan el campo magnético de la Tierra.
Núcleo interno: es una esfera de 1216 km de radio. A pesar de su temperatura más elevada, el material del núcleo interno es sólido.

EL CICLO DE LAS ROCAS

El ciclo de las rocas nos ayuda a entender el origen de las rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas, y ver que cada tipo está vinculado a los otros por los procesos que actúan dentro y fuera del planeta.




Ciclo básico
 
El magma es la roca fundida que se forma por debajo de la superficie de la Tierra. Con el tiempo, el magma se enfría y se solidifica. Este proceso, denominado cristalización, puede ocurrir debajo de la superficie terrestre o, después de una erupción volcánica, en la superficie. En cualquiera de las dos situaciones, las rocas resultantes se denominan rocas ígneas (en el primer caso, rocas ígneas plutónicas, y en el segundo, rocas ígneas volcánicas).

Si las rocas ígneas afloran en la superficie experimentarán meteorización, en la cual la acción de la atmósfera desintegra y descompone lentamente las rocas. Los materiales resultantes pueden ser desplazados pendiente abajo por la gravedad antes de ser captados y transportados por algún agente erosivo como las aguas superficiales (ríos y arroyos), los glaciares, el viento o las olas. Finalmente, estas partículas y sustancias disueltas, denominadas sedimentos, son depositadas. Aunque la mayoría de los sedimentos acaba llegando al océano, otras zonas de acumulación son los deltas, los desiertos, los pantanos y las dunas.

A continuación, los sedimentos experimentan litificación, un término que significa "conversión en roca". El sedimento suele litificarse dando lugar a una roca sedimentaria cuando es compactado por el peso de las capas que tiene por encima o cuando es cementado conforme el agua subterránea de infiltración llena los poros con materia mineral.

Si la roca sedimentaria resultante se entierra profundamente dentro de la tierra e interviene en los procesos de formación de montañas, o si es intruida por una masa de magma, estará sometida a grandes presiones o a un calor intenso, o a ambas cosas. La roca sedimentaria reaccionará ante el ambiente cambiante y se convertirá en un tercer tipo de roca, una roca metamórfica.

Cuando la roca metamórfica es sometida a cambios de presión adicionales o a temperaturas aún mayores, se fundirá, creando un magma, que acabará cristalizando en rocas ígneas.

Los procesos impulsados por el calor desde el interior de la Tierra son responsables de la creación de las rocas ígneas y metamórficas. La meteorización y la erosión, procesos externos alimentados por una combinación de la energía procedente del Sol y la gravedad, producen el sedimento a partir del cual se forman las rocas sedimentarias.

Caminos alternativos

Las vías mostradas en el ciclo básico no son las únicas posibles. Al contrario, es exactamente igual de probable que puedan seguirse otras vías distintas de las descriptas. Por ejemplo:

Las rocas ígneas, en vez de ser expuestas a la meteorización y a la erosión en la superficie terrestre, pueden permanecer enterradas profundamente. Esas rocas pueden acabar siendo sometidas a fuertes fuerzas de compresión y a temperaturas elevadas asociadas con la formación de montañas. Cuando esto ocurre, se transforman directamente en rocas metamórficas.

Las rocas metamórficas y sedimentarias no siempre permanecerán enterradas. Puede ocurrir que los materiales que las cubren sean eliminados por la erosión, dejándolas expuestas en la superficie. Cuando esto ocurre, las rocas son meteorizadas y convertidas en nueva materia prima para las rocas sedimentarias.

Las rocas pueden parecer masas invariables, pero el ciclo de las rocas demuestra que no es así. Los cambios, sin embargo, requieren tiempo. Grandes cantidades de tiempo.

Granito, la más común de las rocas ígneas plutónicas.


Característico afloramiento de granito en las sierras de Córdoba.


Colada de lava comenzando el proceso de enfriamiento y solidificación (cristalización) en la superficie, para su transformación en una roca ígnea volcánica.


Fragmento de basalto, una de las rocas ígneas volcánicas más comunes.


Muestra de lutita, roca sedimentaria de grano fino. Las rocas sedimentarias pueden contener fósiles (en este caso, un trilobite, artrópodo que vivió hasta hace 250 millones de años.


Conglomerado, roca sedimentaria formada a partir de la litificación de clastos redondeados del tamaño de la grava.


Sierras de las Quijadas, en la provincia de San Luis. Un característico paisaje sedimentario.


Muestra de pizarra, roca metamórfica que se forma a partir del metamorfismo de la lutita.


Una característica de la pizarra es su tendencia a romperse en láminas planas, cualidad que es aprovechada para su utilización en la construcción (pisos, tejas, etc.)


Gneis, roca metamórfica de alto grado (elevadas condiciones de presión y temperatura).


Mas del 70% de las sierras de Córdoba están constituidas por rocas metamórficas.



Cantera de mármol en Carrara (Italia). El mármol es una roca metamórfica que se forma a partir del metamorfismo de las rocas sedimentarias caliza o dolomía.


Debido a sus atractivos colores y a  su escasa dureza, el mármol es fácil de cortar y moldear. El mármol blanco es particularmente apreciado como material para crear monumentos y esculturas (detalle del "David", de Miguel Angel)...



así como para ser usado en el revestimiento y ornamentación de edificios.

20.2.11

MINERALES

Para que se considere mineral cualquier material terrestre, debe presentar las siguientes características:
  • Debe aparecer en forma natural
  • Debe ser inorgánico
  • Debe ser un sólido
  • Debe poseer una estructura interna ordenada, es decir, sus átomos deben estar dispuestos según un modelo definido
  • Debe tener una composición química definida.
Se conocen por su nombre casi 4.000 minerales y se identifican cada año varios minerales nuevos. Por fortuna, para los que estudian los minerales, ¡sólo una docena de minerales son abundantes! En conjunto, estos pocos minerales constituyen la mayor parte de las rocas de la corteza terrestre y como tales se los denomina minerales formadores de rocas. También es interesante observar que sólo ocho elementos químicos constituyen la mayor parte de esos minerales y representan el 98% (en peso) de la corteza continental. Esos elementos son, por orden de abundancia, oxígeno (O), silicio (Si), aluminio (Al), hierro (Fe), calcio (Ca), sodio (Na), potasio (K) y magnesio (Mg).

Teniendo en cuenta su composición química, los minerales se clasifican en grupos. Los grupos minerales más importantes son:

SILICATOS: como hemos visto, el oxígeno y el silicio son los dos elementos químicos más comunes de la corteza terrestre. Entre ellos se combinan fácilmente, formando el grupo mineral más común: el de los silicatos (representa más del 90% de la corteza). A su vez, los silicatos se clasifican en ferromagnesianos (de colores oscuros) o no ferromagnesianos (de colores claros), según contengan hierro y magnesio.

Plagioclasa (o Feldespato calcosódico) - (Ca,Na)AlSi3O8
Ortoclasa (o Feldespato potásico) - KAlSi3O8
 El feldespato, en cualquiera de sus variedades, es el mineral más abundante del planeta. El hombre lo utiliza en la fabricación del vidrio, de cerámicas, sanitarios, lozas, porcelanas, esmaltes, pinturas, electrodos de soldaduras y abrasivos, entre otros usos.

Cuarzo - SiO2
 El cuarzo puro (incoloro o transparente) se utiliza en la fabricación de instrumentos ópticos y aparatos químicos. Las arenas de cuarzo se utilizan en la industria de la construcción para elaborar revoques finos de calidad. El cuarzo, como el feldespato, también se utiliza en la industria del vidrio, de la cerámica, esmaltes y derivados químicos. Las variedades de color suelen utilizarse como gemas en joyería.
Cuarzo transparente (conocido como "cristal de roca")
Cuarzo amarillo (conocido como "citrino")
Cuarzo violeta (conocido como "amatista")
Mica (muscovita) - KAl2(AlSi3O10)(OH)2 Las micas constituyen una familia de minerales, cuyos miembros más reconocidos son la biotita (mica negra, ferromagnesiana) y la muscovita (mica transparente o de color claro, no ferromagnesiana). Entre los múltiples usos que le da el hombre se encuentran: ventanas para microhondas, elementos de circuitos eléctricos, guiado de misiles, instrumentos ópticos, material aislante, papeles para paredes, pinturas, selladores, plásticos, bloques de hormigón prefabricados, revestimientos de techos y accesorio en la fabricación de cemento.

Otros grupos minerales, menos comunes que el de los silicatos pero igualmente importantes, son: 

CARBONATOS: 
Calcita - CaCO3 - Mineral de gran uso por parte del hombre, en la fabricación del cemento y la cal, como abono agrícola para suelos ácidos, en la industrica óptica (en su variedad transparente), y, formando parte de la roca mármol, en arquitectura para ornamentación (revestimiento de pisos y paredes) y en arte (esculturas). 
Rodocrosita - MnCO3 - Se usa como mena (fuente) de manganeso y en joyería y ornamentación (especialmente en nuestro país, donde es la piedra nacional).
Malaquita - Cu2CO3(OH)2 - Se usa como mena de cobre y como piedra semi-preciosa.
Azurita - Cu3(CO3)2(OH)2 - Idénticos usos que la malaquita.
 SULFATOS:
Yeso - CaSO4.2H2O - El hombre lo utiliza en la industria de la construcción, en la elaboración de cerámicas y aparatos sanitarios, en agricultura para mejorar los suelos de cultivo como abono y desalinizador, en medicina (traumatología), en odontología, en la producción de dentífricos, en la industria química como fuente de calcio en medicamento y en la industria de alimentos (tratamiento del agua, limpieza de vinos, refinación de azúcar, vegetales enlatados, alimentos para animales).
SULFUROS: 
Pirita - FeS2 - Se suele explotar para la obtención de azufre, para producción de ácido sulfúrico y sulfato ferroso.
Blenda - ZnS - Este mineral es la principal mena de cinc, metal que se utiliza para galvanizar el hierro impidiendo su oxidación, y en aleación, con el cobre, da el latón. También se usa en la fabricación de pinturas, en la conservación de maderas y en la industria farmacéutica.
Galena - PbS - Es una de las principales menas de plomo.
ÓXIDOS:
Corindón - Al2O3 - Debido a su gran dureza, el corindón es usado como material abrasivo. Tiene además un importante uso en joyería: su variedad roja es el rubí, y la azul, el zafiro.
Rubí (corindón rojo)
Zafiro (corindón azul)

HALUROS: denominamos haluros a aquellos minerales en cuya composición química interviene algún elemento halógeno (grupo 7A de la tabla periódica).

Halita (sal común) - NaCl - Su uso más común es la salazón.
Fluorita - CaF - Se utiliza como fundente en la fabricación de aceros, en la fabricación de vidrios translúcidos, en esmaltes, instrumentos ópticos y en la obtención de ácido clorhídrico.
Silvina - KCl - Es la principal fuente de compuestos de potasio, que se utiliza como fertilizante.

ELEMENTOS NATIVOS:
Diamante - C - Es la gema más importante. Los diamantes que no tienen la calidad de gema (diamantes industriales) se utilizan como abrasivos y para otros usos técnicos.
Diamante tallado
Cobre nativo - Cu - El cobre es el primer metal de cuyo uso por el hombre tengamos noticia. Durante siglos fue usado en la fabricación de utensilios y adornos, solo o en aleaciones (con el estaño forma el bronce, y con el cinc el latón). En la actualidad es el metal más empleado después del hierro por sus excelentes condiciones como conductor de la electricidad. También se lo utiliza en la fabricación de motores, generadores y transformadores. Se lo encuentra también en numerosos componentes de autos y camiones, como radiadores, frenos y cojinetes. Como sulfato, se lo utiliza para combatir las plagas en viñedos y huertos frutales. En tiempos de guerra tiene un valor estratégico fundamental, ya que es materia prima fundamental en la fabricación de armamentos.

Oro - Au - El hombre utiliza el oro en joyería, en la fabricación de monedas y como patrón monetario en muchos países. Pero además tiene numerosas aplicaciones menos conocidas, como en las comunicaciones, en naves espaciales y aviones a reacción, y hasta en cremas faciales o para la piel y en la fabricación de flautas traversas.